¿Elegimos lo que comemos o es la comida la que nos elige a nosotros? ¿Comemos dependiendo de las necesidades de nuestro organismo? ¿O comemos lo que nos dicta nuestro cerebro?
Las respuestas a estas preguntas hacen referencia al equilibrio de nuestra salud física y emocional. Y es que el comer no es una simple necesidad orgánica, la comida está asociada a regiones en el cerebro que tienen que ver con el placer y con el circuito de la recompensa. Comer nos puede calmar los ejes de estrés y la ansiedad. Esto explica el porqué la comida se puede convertir en una adicción o en una patología, si es rechazada o excesivamente acogida.
¿Por qué existen personas que no consiguen adelgazar a largo plazo pese a realizar una y otra vez estrictas dietas? Está claro que el problema de la obesidad comienza en cómo pensamos y nos relacionamos con la comida y con nuestro contexto, la solución no sólo pasa por comer menos, pasa por comprender cuándo, qué y por qué comemos. En los años 70 existían cerca de 100 millones de adultos obesos, actualmente estamos ya por 700 millones. La diabetes se ha multiplicado por cuatro y así con casi todas las patologías metabólicas.
Cabe reseñar que todas estas patologías provocan grandes daños en muchos de nuestros órganos; corazón, páncreas, riñones, etc. Detrás de toda esta amalgama de patologías relacionada con la comida se encuentra un factor emocional común, el estrés y la ansiedad. También nos encontramos problemas de conducta; anorexia nerviosa (adelgazar comiendo menos al sentirse obeso), bulimia nerviosa (comer en exceso provocándose vómitos o purgas) o simplemente comer sin control, compulsión. Todos estos trastornos emocionales, cognitivos, sociales, evolutivos, de conducta y orgánicos vienen provocados por una mala relación con la comida, por lo que la única solución, pasa por volver a recuperar lo homeostasis o equilibrio perdido.
Recuerda que cada persona tiene su propia historia vital y sus propios mecanismos de acción. ¡No existen recetas mágicas! Es imprescindible una buena supervisión, comprensión y asesoramiento tanto nutricional como psicológico de cada caso. Como decía Julia Child, una famosa chef norteamericana del siglo pasado, “La vida mismo es el atracón”, así que no la pierdas de vista.