¿Tendrá mi hijo éxito?
Éxito, bella palabra ¿Qué se esconde tras este “Santo Grial”perseguido por todos?
Michael Jordan, considerado el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos, dijo :
“He fallado más de 9.000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 partidos. 26 veces han confiado en mí para tomar el tiro que ganaba el partido y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y es por eso que tengo éxito”.
Si a los seis años, alguien me hubiera preguntado qué quería ser de mayor, hubiera contestado; -“quiero ser Michael Jordan”-, ahora diría que quiero ser como su cerebro. Una cosa es el éxito social y otra el éxito personal, no es lo mismo ser feliz por el reconocimiento de los demás, que serlo por el reconocimiento a uno mismo.
Es por ello, que cuando preguntamos a un niño qué quiere ser de mayor, todos contestan una profesión o persona influyente. Pocos contestan: “de mayor quiero ser feliz”, quizá ahí radique el secreto del éxito, ser o sentirse feliz con uno mismo. No en vano, el significado de la palabra éxito según la RAE es; Resultado feliz de un negocio, actuación, etc. Si la definición es tan clara, ¿por qué tergiversamos su significado?
Conseguir el éxito mediante inteligencia emocional
El éxito es algo subjetivo, no es permanente. La felicidad no es perenne, no sabemos vivir con el fracaso. El fracaso ocupa más del 90% de nuestras vidas, nos pasamos la vida intentando tener éxito y ser felices, para ello hay que intentarlo una y otra vez. Fracasar para aprender, no fracasar para incrementar la frustración. La inteligencia emocional es la llave a la felicidad y por lo tanto al éxito.
Los niños aprenden inteligencia emocional día tras día. Es importante que aprendan a relacionarse y a manejar las emociones negativas a través de sus padres, hermanos o amigos. Los padres son los maestros emocionales de sus hijos y este aprendizaje les sirve a lo largo de su vida. Los padres debemos ser emocionalmente inteligentes. Si somos padres emocionalmente inteligentes, nuestros hijos verán el fracaso como algo que les hace mejorar. Creerán que son buenos en algo porque se esfuerzan.
Aquí es donde radica uno de los grandes peligros que acechan a la infancia actual; pensar que se fracasa porque no se tiene talento, porque no se es bueno en algo.

Cuando verdaderamente se fracasa es cuando no se intenta. Cuando no nos arriesgamos. Cuando no somos creativos en la búsqueda de soluciones a nuestros problemas diarios.
La historia está llena de personas que lograron ser los mejores en su profesión o incluso unos visionarios, pero que pasaron por momentos duros. Momentos de fracaso en sus vidas.
Volviendo a Michael Jordan como ejemplo. Dijo que una vez en el colegio le escogieron el último para jugar en el equipo escolar. Pasó toda esa tarde llorando en su cuarto.
Otro curioso ejemplo es el de Albert Einstein, no habló hasta los tres años. Tuvo graves problemas de adaptación en la escuela. Sus profesores creían que era incapaz de aprender. Y así podríamos seguir con infinidad de vidas exitosas.
Las claves del éxito
Sin embargo, estas personas tenían algo en común, aunque tuvieron infancias complicadas, sus padres o cuidadores les enseñaron a ser; perseverantes, pacientes, generosos, empáticos y lo más importante, dar importancia al esfuerzo para conseguir el éxito. Les enseñaron a arriesgarse para conseguir la felicidad, lo que hoy llamamos salir de la “zona de confort”.
La “zona de confort”, no es más que permanecer en nuestra rutina, sin apenas ansiedad ni riesgos, lo que genera apatía y falta de aprendizaje. Es algo cómodo pero poco adaptativo, ya que cuando nos arriesgamos, las personas nos convertimos en seres más inteligentes y más seguros de nosotros mismos. No en vano, cuando nos arriesgamos y perseveramos en algo y lo conseguimos, tenemos la sensación de éxito, de ganar. Cuando ganamos, el organismo genera una serie de procesos químicos, como la dopamina, que hace que sintamos placer, de ahí la “adicción al éxito”. De ahí la sensación de tristeza que nos queda tras un fracaso.
Recopilando, el éxito es la felicidad y lo que nos proporciona la felicidad es nuestra inteligencia emocional . Un factor importante que marca nuestra inteligencia emocional es cómo nuestros padres han convivido con nosotros, cómo ha convivido su inteligencia emocional con la nuestra.
Podríamos explicar qué es la inteligencia emocional en profundidad o hablar de miles y miles de estrategias para desarrollarla, pero nos perderíamos en el abismo de la literatura psicológica y no desarrollaríamos la base de esta inteligencia.
Lo importante es tener una idea básica y clara con nuestros hijos, de la que emanen el resto de ideas educativas;
Intenten premiar a sus hijos por su esfuerzo, por intentar hacer algo aunque fracasen una y otra vez, porque el primer fracaso es el primer paso del éxito.
¿Se imaginan si a Michael Jordan, le hubieran quitado el balón de baloncesto y le hubieran dicho, “haz otra cosa que tú para esto no vales” al verle fallar los primeros diez tiros a canasta?. Hubiera sido una gran tapón para su felicidad y quizá también para la nuestra.