Claves para conocer a tu hijo
Conocer en profundidad a nuestros hijos es sin duda alguna es la clave para cuidarlos y educarlos. Esta valiosa información nos dará el conocimiento adecuado para guiarlo en su proceso de maduración. Cada hijo, cada persona tiene rasgos de la personalidad que nos hacen únicos y que se van a mantener constantes durante el resto de nuestras vidas.
Ahora bien ¿Qué puedes hacer para conocer de verdad a tus hijos?
Pasar tiempo de calidad con ellos.
Esa es la repuesta. Cuando hablo de pasar tiempo juntos no sólo me refiero a que haya una proximidad física. Si en esos momentos estamos abstraídos en otra cosa que no sea la persona que tenemos cerca (móvil, tablet, libro, televisión, etc.) no estamos dedicando tiempo a conocerles. Para hacerlo hay que observar y comunicarse con ellos. Si nuestra atención está en otro sitio, será difícil
Observa a tu hijo.
Sí, dedica tiempo a contemplarlo, a mirar como si fueses un espectador ¿Cómo se comporta cuando juega?, ¿Qué es lo que más le gusta? Si es introvertido o no, si le cuesta relacionarse con los demás, si se adapta bien a los cambios. Mediante la observación sabremos si nuestro hijo presenta comportamientos considerados normales en niños de su edad. No te limites a verlos comer o dormir.
Comunícate con tu hijo.
Habla con él. Haz preguntas concretas que no se puedan contestar con monosílabos. Cambia la pregunta ¿Qué tal en el cole? por un ¿A qué has jugado hoy en el recreo? En bebés está más limitado el lenguaje verbal pero los más pequeños también se comunican mediante expresiones faciales.
Los niños desean pasar tiempo con sus padres. Esto los hace sentir especiales. Una relación positiva entre padres e hijos constituye el apoyo para desarrollar una relación sana y de respeto tanto de sí mismos como con los demás. En otras palabras estamos alimentando un autoconcepto positivo que es uno de los pilares de la autoestima.
Una relación positiva entre padres e hijos es el apoyo para desarrollar una buena autoestima.
Como padres debemos mirar a largo plazo divisando más allá de los asuntos académicos o de salud (muchos de ellos causados por problemas emocionales). Conocer a tu hijo te da las pautas para afrontar posibles baches en su cambio de niño a adulto. Te da la información necesaria para saber que algo no va “bien” y así poder actuar en multitud de casos (ansiedad, depresión, autismo, Asperger, TDAH, Trastorno negativista desafiante…)
Dedica tiempo a analizar y hablar con ellos, es fundamental para conocerles.